miércoles, 25 de junio de 2014

Entre citas 29

Muy buenas a todo el mundo.

Hoy vengo un poco "con prisas" y me voy a detener lo justo. Hace apenas unos minutos que acabo de terminar una novela que me ha maravillad y se ha incrustado en mí como pocas: La canción secreta del mundo, de José Antonio Cotrina. Y vengo con tantas "prisas" por compartir unas cuantas citas, por todo lo que me ha hecho sufrir, sentir... por cómo me ha trastocado por dentro; vengo con prisas para poder recopilar estas citas y poder seguir con mi sufrimiento y maduración interna, mi pequeña "depresión post-libro", como la llamo.

'[...]. Sólo un segundo. En un segundo un corazón sano puede llegar a latir tres veces, tres golpes de vida rápida, tres golpes de tambor que mueven sangre y cuerpo. En un segundo puedes miara a alguien y saber que necesitarás a esa persona durante el resto de tu vida, de igual manera que necesitas el aire o el sustento. En un segundo la realidad puede escupirte a la cara y mostrarte que no hay redención, que nunca habrá nada a lo que aferrarte, que estás sola y siempre lo estarás.'

'Necesito saber a quién rezarle por las noches, cuando el mundo esté vacío y la oscuridad me rodee. Necesito un nombre al que abrazarme cuando no crea en nada y nada crea en mí.'

'[...]. La vida es demasiado corta y el mundo demasiado oscuro como para lastrar a la gente que amas.'


Atención, antes de leer la cita que viene a continuación, os aviso de que puede ser un poco SPOILER, así que si seguís leyendo, ateneos a los riesgos, aunque las siguientes palabras son una maravilla:

'Habito el silencio, habito los resquicios, me abro camino entre las líneas del mundo, entre las grietas de las tumbas, en los espacios en blanco que se intercalan entre el sonido de la fusilería, en las promesas que se cumplen, en los sueños que se anhelan y en la mirada de los amantes destinados a no encontrarse.
Escúchame. Soy la canción secreta del mundo. Estoy aquí por ti. Puedes oírme. Eso te hace libre. Mientras puedas oírme serás libre. Cuando me niegues perecerás, ésa es la verdadera muerte. Ése es el verdadero olvido, el verdadero final.  Soy la fuerza que guía al mundo. La voluntad. Lo imposible. Lo soy todo. La llamarada que calienta al aterido, el sustento del famélico. Soy el entramado, la fuerza inabarcable.
Soy la canción por la canción. La excusa para el siguiente latido, la pausa entre besos. Soy ella. Soy él. Soy ese niño. Y esa niña. Soy el anciano al borde de la tumba que sonríe porque todavía no ha caído en ella. Soy el grito de la lujuria, el estremecimiento del orgasmo, la llamarada definitiva.
Soy la vida.'


Sin más, y disculpadme que sea tan seca, pero ya he cumplido mi misión por hoy. Voy a seguir dejando que mi alma mire al vacío, se recomponga un poco y a continuar con mi vida después de acompañar a Ariadna en su viaje.
Sed felices y cuidado con las sombras que habitan en la oscuridad.

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